Nikki Floridia

Ecología Emocional

La ecología emocional es el arte de la sostenibilidad emocional. Nos invita a tomar conciencia de que formamos parte de un ecosistema humano y natural, dentro del cual todos somos piezas importantes e influimos en el conjunto.

Mente y emoción trabajan juntas para guiar nuestras acciones de cara a mejorar nuestra persona en términos individuales y también como parte de los sistemas sociales. Somos parte del problema cuando nos dejamos llevar por la vida en lugar de asumir nuestra responsabilidad, cuando no somos coherentes y no tomamos una posición clara sobre nosotros mismos y el mundo; cuando contaminamos emocionalmente, cuando dirigimos nuestra energía a la destrucción adoptando estrategias basadas en la violencia.

Ser parte de la solución consiste en elegir de forma responsable un modelo humano más amoroso, más creativo, autodependiente y pacífico. Sólo así tendremos posibilidades reales de sobrevivir como especie.

La Ecología Emocional ofrece un planteamiento nuevo, creativo y revolucionario en educación emocional, que trabaja al mismo tiempo aspectos educativos emocionales y medioambientales; y que apuesta por formar un nuevo modelo de persona: la persona emocionalmente ecológica.

La Ecología Emocional brinda conceptos y modelos que permiten dar respuesta a la prevención de algunos de los principales problemas que están afectando nuestras sociedades y que están presentes en todos los ecosistemas: familiar, social, educación, salud, organizaciones y empresas.

Partimos de que cuando mejora la persona todo lo que la rodea evoluciona. Así trabajamos para ayudar a poner en juego e incrementar las capacidades de cada persona para gestionar de forma adaptativa, sostenible y ecológica su mundo emocional.

Nuestras acciones y nuestra pasividad tienen un impacto en el clima emocional global, haciendo que aumenten el desequilibrio, el sufrimiento, la enfermedad y la destructividad, O el equilibrio, la armonía, el bienestar y la creatividad.

Somos responsables de la persona que somos y corresponsables del mundo que tenemos. Apostar por la sostenibilidad emocional es ser inteligente. Hay que reducir el nivel de tóxicos que emanamos, reutilizar y reciclar capacidades y habilidades adormecidas, y reparar heridas para conseguir la armonía.

Para tener una vida emocionalmente sostenible es necesario trabajar las tres ‘R’:
– Reducir los contaminantes emocionales
– Reciclar recursos y emociones
– Recuperar la armonía

La ecología emocional ofrece por lo tanto un paralelismo creativo entre la gestión medioambiental y la forma de entender y gestionar las emociones.

Las emociones (E-MOTION = E energía / MOTION en movimiento) siempre vienen a traernos algún mensaje importante, debemos verlas como un “visitante” o un mensajero, permitirnos sentirla y procesarla en nuestra individualidad dentro de un espacio seguro, sin reprimirla y sin identificarnos con ella. Esta gestión nos permitirá relacionarnos mejor con nosotros mismos y así con todo aquello que nos rodea, contribuyendo así a construir un mundo mejor, más amoroso y empatico.